La urgencia pediatrica no es una consulta de 24 horas

Hoy tenemos el privilegio de poder leer a un gran pediatra y amigo Fernando Sánchez Perales. El es el Jefe de Servicio de Pediatria del Hospital Universitario de Torrejón. En esta publicación Fernando va a tratar de la importancia que tiene hacer un uso correcto de las Urgencias de los hospitales frente a la tendencia actual de pensar que es una consulta abierta las 24 horas del día.

Fernando agradezco especialmente tu publicación porque sé lo ocupado que estás siempre y aún así has tenido un huequito para nosotros.
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urgencia pediatricaActualmente para la mayoría de los padres, los servicios de urgencia hospitalarios han perdido el sentido fundamental de su existencia llegando a convertirse en una consulta de 24h en la que se puede atender cualquier tipo de duda, por nimia que sea, a cualquier hora y por supuesto, rápida y con un diagnóstico certero.

Además en la sociedad actual se busca la inmediatez y la resolución inmediata de cualquier tipo de problema, no admitiendo que las enfermedades tienen todas una evolución, es decir síntomas iniciales que pueden ser comunes a muchas enfermedades, pueden surgir complicaciones y en muchas ocasiones no existen remedios eficaces.

“Urgencia” es toda aquella situación que, según el paciente o los padres como en este caso, requiere una atención inmediata porque supone o potencialmente puede suponer un riesgo sobre la vida, es decir, una situación “grave”.

En distintos estudios, se ha comprobado que unos dos tercios de las urgencias que se atienden, no son tales, lo que lleva a una masificación, a un deterioro de la calidad de la asistencia que se presta, a una mala relación médico-paciente y, lo que es más grave, a que por la masificación no se atienda rápido a ese tercio de las urgencias que sí lo son.

¿Puede llegar a ser perjudicial hacer un mal uso de las urgencias?

Claro que sí. Como decía antes, hay que tener en cuenta que los servicios de urgencias no tiene como función hacer un diagnóstico exacto de las enfermedades que se consultan, sino que su objetivo será clasificar en un tiempo prudencial a los pacientes entre aquellos que requieren un tratamiento inmediato y necesitan ser hospitalizados de los que pueden ser remitidos a casa con o sin un tratamiento.

Esto hace que problemas muy “importantes” y que requieren de estudios largos y complicados, no sean “urgentes” ya que no comprometen la vida del paciente. Es decir, lo “importante” no siempre es “urgente”.

El utilizar los servicios de urgencias en lugar de la consulta del pediatra hace que no se pueda seguir el tratamiento ni la evolución de la salud del niño y que no se puedan llevar a cabo actividades
preventivas o de promoción de la salud.

La atención continuada tanto de día como de noche de cuadros banales genera en los profesionales agotamiento físico y psíquico que puede afectar en la atención de enfermedades graves de verdad.

El aumento desmesurado de las urgencias repercute de forma negativa en el conjunto del hospital (falta de espacio, sobrecarga de los laboratorios y de los servicios de rayos…).

Piensa también que en la sala de espera se encuentran niños con enfermedades esperando a ser atendidos pudiendo ser un foco de contagio y transmisión de gripes, gastroenteritis, bronquiolitis, etc.

Los recursos sanitarios, no son ilimitados, cuestan mucho dinero de los impuestos de todos y eso también debe ser tenido en cuenta y es un error pensar que es “gratuito”.

¿Cuándo debería ir a urgencias directamente sin pasar antes por el centro de salud?

Como ya hemos ido comentando, en general, lo mejor es acudir al pediatra del centro de salud, con cita previa, salvo en las siguientes situaciones, de forma orientativa:

  • Bebé menor de 3 meses con fiebre (incluso en esta edad, fiebre de poca consideración puede ser importante).
  • Vómitos repetidos durante aproximadamente más de una hora, que no tolera ningún líquido en cantidades pequeñas pero frecuentes o con afectación del estado general (decaído, adormecido en horas que no son habituales…).
  • Ante una diarrea abundante con afectación del estado general.
  • Convulsiones (no confundir con temblores, ya que en la convulsión el niño no responde, suele tener los ojos vueltos y se producen sacudidas llamativas y bruscas
    de los brazos y las piernas) o pérdida de conciencia.
  • Si tras un golpe en la cabeza, hay una pérdida de conciencia o tiene vómitos o una conducta no habitual o es un niño menor de dos años y se ha producido un “chichón”.
  • Si además de una fiebre alta tiene dolor de cabeza intenso, vómitos o manchas que no hacen relieve de color rojo oscuro que no desaparecen al apretar con el dedo (“petequias”).
  • En caso de dolor abdominal intenso que no cede o localizado cerca de la ingle derecha o abdomen muy duro e hinchado.
  • Dolor testicular que aparece de forma brusca.
  • Si le cuesta respirar (respira muy rápido, se le marcan las costillas al respirar, está pálido amoratado).
  • Cuando tras un traumatismo en brazos, piernas o dedos, presenta una deformidad, hinchazón importante, rojez y calor o mucho dolor a pesar de haber dado tratamiento adecuado.
  • Ante cualquier dolor intenso (oídos, cabeza, abdominal, garganta…) que no cede a pesar del tratamiento adecuado (analgésicos: paracetamol, ibuprofeno).
  • Niños con enfermedades de base (cardiopatías, diabetes, asma grave, cáncer…) que presenten un empeoramiento de su situación basal.
  • Ante la ingestión de alguna sustancia tóxica (en este caso es importante acudir a urgencias lo antes posible, traer el envase o anotar minuciosamente su marca).
  • Ante una sospecha de atragantamiento.
  • En caso de reacciones alérgicas con lesiones en la piel, hinchazón de labios, ojos, lengua y sobre todo si les cuesta respirar, tienen afonía, vómitos, mareo, decaimiento, pérdida de conciencia.
  • Ante un recién nacido que se encuentra distinto de lo habitual: rechaza las tomas, está decaído, llanto persistente, mal color…

¿Qué errores habituales que realizan los padres o cuidadores pueden ser contraproducentes?

No dar antitérmicos para la fiebre o analgésicos para el dolor (paracetamol, ibuprofeno) “para que lo vean con fiebre o con dolor”. Los pediatras siempre vamos a hacer caso del nivel máximo
de temperatura que los padres nos cuenten, por lo que es un error no administrarle al niño su antitérmico y dejarle que transcurra mucho tiempo hasta que es atendido.

Por el contrario, administrar paracetamol o ibuprofeno ante mínimas elevaciones de temperatura (por debajo de 38º C), ya que la fiebre en sí NO ES MALA NI CAUSA DAÑOS y el objetivo de bajarla es que en el niño se encuentre mejor.

Exagerar unos síntomas frente a otros con el fin de que se le atienda mejor. Por ejemplo una fiebre muy alta o un dolor muy intenso no suelen ser síntomas de una apendicitis; o tener muchos síntomas juntos: vómitos, diarrea, tos, mocos… sugiere origen viral y por tanto no requiere pruebas complementarias, ni ingreso ni tratamientos…

Divagar en cuanto a los síntomas, su aparición o su importancia.

Es decir, lo mejor es decir los síntomas tal y como son, intentando ser lo más conciso posible: tiene fiebre desde el lunes (da igual si le baja o no le baja…) con picos máximos de 39º C y además tos que empeora por las noches y desde ayer le duele la tripa… (ya está, no se necesitan más datos).

Es importante saber que en la atención en urgencias no se tiene en cuenta el orden de llegada

No me cansaré de repetir, que el objetivo principal de la urgencia es atender antes a los más graves; por ello, una vez en urgencias lo primero que se realiza es el “triage”, en el que un profesional sanitario clasifica a los pacientes según el estado general, el motivo de consulta, sus constantes vitales (temperatura…), la edad o sus enfermedades previas.

Por eso, a veces cuando vamos a urgencias, pacientes que han llegado después entran antes.

Los profesionales son los que deciden en todo momento la prioridad de atención.

Por ello, la próxima vez que decidas ir a urgencias, piensa en estas recomendaciones y recuerda que usar bien los recursos evita la masificación y la atención a los problemas graves será mejor.

Tampoco olvides que el sentido común da la respuesta a muchas de las dudas.

 

Fernando Sánchez Perales – Jefe de Servicio de Pediatra del Hospital Universitario de Torrejón

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