TDAH Déficit de atención e hiperactividad. ¿Una dolencia de nuestro tiempo? I parte

Como su nombre indica no se trata de una enfermedad sino de un trastorno de origen neurobiológico,  significa que existe alteración en la concentración de dos sustancias (dopamina y noradrenalina).

Es un trastorno de la conducta que puede responder a múltiples causas, además del déficit de dopamina y noradrenalina puede existir causa genética, ambiental (familias fragmentadas).

  • Este trastorno se inicia en la edad infantil y afecta entre un 3-7% de niños en edad escolar.
  • En esta patología van a estar alteradas una, dos o tres de las siguientes características: atención, hiperactividad e impulsividad. Es decir, el nivel de atención, la hiperactividad y/o la impulsividad no son adecuados para su edad. Como consecuencia de estos síntomas, surgen:
    • dificultades de adaptación familiar, escolar y en las relaciones con sus iguales
    •  rendimiento por debajo de sus capacidades
    •  trastornos emocionales y del comportamiento
  • Según la característica que predomine hablamos de TDAH con predominio de déficit de atención, TDAH con predominio hiperactivo-impulsivo o tipo combinado (los dos anteriores).
  • Es más frecuente en niños que en niñas. Aunque en el caso de las niñas predomina el déficit de atención y no destacan tanto las conductas perturbadoras. Como los síntomas de inatención son más sutiles, se detectan menos y provoca que el diagnóstico en niñas/adolescentes tarde más en realizarse, o en muchos casos pasar inadvertido. En este caso son valoradas por el profesional más por sus fracasos escolares y no por su comportamiento.

¿Cuáles son los síntomas?

El cuadro se caracteriza por 3 grupos fundamentales de síntomas:


1.- Hiperactividad:

  • Frecuentemente mueven en exceso las manos y los pies o se mueve en la silla.
  • Frecuentemente abandonan la silla en la clase o en otras situaciones en las que se espera estén sentados.
  • Frecuentemente corren o saltan en exceso en situaciones en las que no es adecuado hacerlo (en adolescentes puede limitarse a sentimientos subjetivos de inquietud).
  • Frecuentemente tienen dificultades para jugar o dedicarse tranquilamente a actividades de ocio.
  • Frecuentemente «están en marcha» o suelen actuar como si tuvieran un motor interno.
  • Frecuentemente hablan en exceso.

 

 

 

 

 

 

2.- Impulsividad:

  • Frecuentemente precipitan las respuestas antes de terminar de hacer la pregunta.
  • Frecuentemente tienen dificultades para guardar su turno.
  • Frecuentemente interrumpen o se meten en las actividades de los otros (ej. meterse en los juegos o conversaciones).
  • En general actúan sin pensar, no evaluando las consecuencias de la conducta. Tienen problemas para ajustarse a las normas, por lo tanto, presentan dificultades de adaptación familiar, escolar o social.

3.- Inatención:

  • Frecuentemente no prestan atención suficiente a los detalles o caen en errores por descuido en las tareas escolares o en otras actividades.
  • Frecuentemente tienen dificultades para mantener atención en tareas o actividades lúdicas.
  • Frecuentemente parece que no escuchan cuando se les habla directamente.
  • Frecuentemente no siguen instrucciones y no termina las tareas escolares, encargos, obligaciones (esto no es debido a conducta negativista o incapacidad para comprender instrucciones).
  • Frecuentemente tienen dificultades para organizar tareas y actividades.
  • Frecuentemente evitan, les disgusta o protestan cuando se han de dedicar a tareas que requieren un esfuerzo mental sostenido.
  • Frecuentemente pierden objetos necesarios para tareas o actividades (juguetes, lápices, libros…).
  • Frecuentemente se distraen fácilmente por estímulos irrelevantes.
  • Frecuentemente son descuidados en las actividades diarias.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¿Cómo se diagnostica?

  • El diagnóstico es exclusivamente clínico, se hace mediante entrevistas a los padres, al paciente, buscando información en la escuela, revisar antecedentes familiares, personales, exploración física y psicológica del paciente.
  • En muchos casos de hiperactividad puede diagnosticarse este síndrome en menos de dos minutos en la consulta, solamente con dejar al niño que se mueva libremente. Pero en otros no es tan fácil.
  • NO están indicadas pruebas de laboratorio, de imagen, electroencefalograma, a no ser que la clínica lo justifique.
  • Los síntomas son valorados por los padres y por los profesores. El pediatra puede dar unos tests que aumentan la información para que los contesten los padres y los profesores.
  • Puede ser derivado al neuropediatra, psiquiatra o psicólogo.
  • Si evoluciona correctamente puede ser controlado por el pediatra.

En la II parte la Dra. Ana Rodríguez nos contará la evolución y el tratamiento de este trastorno

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